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ISSN 1989-4163

NUMERO 114 - VERANO 2020

 

Neptuno Debería Llevar Nombre de Mujer

Carmelo Arribas

Avanzado el s. XIX, la situación de la mujer se había encasillado socialmente. Su lugar en la sociedad era, casarse  y tener hijos. De ahí que su educación y formación, variaba según la clase social, las de nivel social más bajo, eran educadas por sus madres para atender a las "tareas del hogar" que eran todo lo amplias que uno puede imaginarse, desde hacer la comida, con lo que se tenía, sobre todo en las zonas rurales, a atender a los hijos y el hogar. A esto añadían algunos trabajos, para obtener ingresos, como ser sirvienta, lavar la ropa para otros, o vender algunos productos. Las de un nivel social más alto, en su educación incluían, además de aprender a leer y escribir (y no mucho más), actividades que servían para ocupar las horas muertas, ya que las labores del hogar estaban en manos de las sirvientas, y dentro de estas actividades, eran muy habituales las de la música, aprendiendo a tocar el piano, y la pintura, en la mayoría de las ocasiones sólo como actividad de entretenimiento, aunque algunas consiguieran obras de cierto nivel, la mayoría  desconocidas, o en cualquier caso poco apreciadas ya que no se pretendía, en general, con ellas un interés artístico o económico, sino simplemente, recreativo.

En la búsqueda de estas anónimas artistas, siempre encuentro sorpresas, y esta vez  me topé con uno de los grandes genios matemáticos, del s. XIX Mary Somerville.

Sin embargo esta mujer estaba destinada a ser una ama de casa mas, con las connotaciones habituales de ; esposa fiel, madre y mujer dedicada a los asuntos domésticos y sociales propios de su nivel social.

Fue precisamente, cuando en una de las clases de pintura, en la que su profesor. Alexander Nasmyth, recurrió a la geometría para explicarle la perspectiva, cuando le obsesionó el descubrir la resolución de los problema  matemáticos. La pintura de Mary Sommerville tiene una calidad y estética, superponible a la de su maestro, pero mientras este ha pasado al mundo de arte, con nombre de prestigio, los cuadros de su discípula tienen más valor por tratarse de una mujer científica, que como pintora.

Pero a su padre no le acababa de gustar esta afición, a las matemáticas y física,  no propia de las señoritas de su tiempo. No opinaba igual su tío y casi a escondidas, le ayudaba. Así aprendió, de modo autodidacta, latín, lengua de la ciencia en aquellos momentos,  mientras sacaba de la biblioteca libros de astronomía , de física avanzada y de matemáticas que estudiaba por la noche a la luz de las velas cuando nadie la veía.

Se casó a los 24 años y se mudaron a Londres. Esta nueva situación hizo más difícil, todavía, el poder estudiar. Pero enviudó a los tres años de casada. Fue un duro golpe, pero con la solvencia económica que le quedó y la abundancia de tiempo libre, se centró en los estudios. La resolución de difíciles problemas matemáticos, le produjo la admiración en el mundo intelectual, denominándola con un calificativo que haría fortuna en el futuro, "científica", palabra nueva, que no se había aplicado a ningún estudioso hasta ese momento. Admiración doble, ya que por su situación, al ser mujer, sus trabajos podían ser ignorados, pero el haber estudiado por su cuenta le permitía divulgar, con mayor comprensión teorías de difícil explicación, incluso  tradujo con éxito " La mecánica celeste" de Pedro Simón Laplace, el gran matemático y astrofísico francés.

Pero había un problema en sus publicaciones, mientras algunos admiraban sus hallazgos, otros, alegaban que era mujer y que carecía de titulación alguna y que sus trabajos, no estaban avalados por ninguna Universidad.

Fue el matrimonio con su primo William Somerville, médico que la admiraba, lo que le permitía a él, acceder a bibliotecas cuya documentación copiaba, porque estaba negado el acceso a las mujeres y poder pasársela. Mary cuyo apellido era Fairfax, sería conocida como Sommerville.

Uno de sus hallazgos matemáticos, fue el descubrir la existencia y situación exacta del planeta Neptuno. Sin embargo este hallazgo se le adjudicaría al  inglés John Couch Adams, al francés Urbain Le Verrier y al alemán  Johan Galle, que le llamaría Neptuno por su color azul, no en vano era el dios clásico de los océanos, mares y ríos. Tras el descubrir un desvío de la teórica órbita de Urano, esto le hizo suponer la existencia de otro planeta. cercano a él Mary Sommerville calculó la órbita de Urano, y lo reflejó en la sexta edición del libro “La Conexión de las Ciencias Físicas” lo que provocó una de las más significativas y fructíferas investigaciones emprendidas en toda la historia de la Mecánica Celeste, dándose a conocer oficialmente el descubrimiento del planeta Neptuno el 23 de septiembre de 1846, siendo el primer planeta  localizado por cálculos matemáticos.

Tras ver los errores tabulares observados en los movimientos de Urano esto, le llevaría a determinar la posición de un planeta desconocido, cuya influencia gravitacional desviaba a Urano de la órbita teóricamente predicha. Adams, Verrier y Galle, descubrirían finalmente a Neptuno pero el origen de sus cálculos estaba en la mente privilegiada de una mujer a la que se le negó la formación académica, pero que deslumbró a todos, y como suele ocurrir,  algunos de sus hallazgos acabaron asignándoselos a otros. Aunque su poco a poco, su personalidad fue ampliamente reconocida en vida.

 

 

 


 

 

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Neptuno

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